Una amiga me dijo hace algunos años que alguien inventó la vida al revés,
“que deberíamos nacer viejos y morir niños…”. Meditando en ello sería muy lindo que fuese así, pues naceríamos con toda la sabiduría necesaria para enfrentar la vida y al morir tendríamos la inocencia y vitalidad para ir al más allá...
Así que para hablarles de mí, empezaré por el hoy, que es el que mejor conozco y trataré de regresar hasta el último recuerdo de cuando llegué a este mundo.
Vivo feliz en un
caracol, rodeada de bonsais, cojines, libros, calor de hogar... Con una muñeca que se cree gata (o tal vez sea al revés?) un compañero de camino que amo profundamente y que tiene magia en la mirada y la captura con su lente al andar, además colados están Quino y Mafalda.
¡¡Pasión por la comunicación!!
Trabajo investigando a la comunicación en las nuevas tecnologías, en el trabajo con unos chamos bien divertidos que dicen estar S.O.S. pero realidad están V.I.P. por lo chévere que es compartir con ellos.
La comunicación a veces se viste de
nariz roja y se pone ropas violetas y es ahí cuando mi alter, la Violetita, sale a juegar un poco en la vida... Se encontró unos compinches y juntos trabajan día a día en volver a la ciudad.. una
CiudArte que nos cuide a todos.
Otras veces se vuelve verso, y se expresa a través de imágenes en un rinconcito llamado la
Minga de Letras. También se vuelve canción a través de la guitarra, se vuelve silencio en el mimo y la meditación.
Voy trepada en una 'Celestina' de dos ruedas que me lleva a todos lados, sobretodo a bailar salsa, dar clases en el gym y visitar a mis panas. Además amo las galletas, la luna, los girasoles, la granola con yogurt en los desayunos y las sondrisas de los guaguas.
Estudié
Comunicación Social, he trabajado en muchos lados. Me salí a vivir sola en el 2008 y aprendí mucho de independencia, responsabilidad y sobretodo a conocerme bien a mí misma.
Desde siempre me gustó ser independiente. Cuando vivía con mi familia, ya trabajaba y estudiaba al mismo tiempo y lograrlo fue lo máximo.
Mi vocación por la comunicación inició desde chiquita. Desde los 5 años jugaba a vender “peódricos” o a “reporterear” imitando a los de la TV…Estar en la universidad reafirmó esa vocación y me dio herramientas, me permitió conocer grandes profesores y tener amigos del alma.
La family querida...
En mi familia somos 5: mi mami, mi hermano mayor Chris que ya está casado y nos ha dado una sobrina que se llama 'Princesa' Estefanía, mi hermano menor que ahora es más grande que yo y yop!
Los viajes
Seis meses de mi vida las pasé en el extranjero antes de ir a la u, Toronto fue la hermosa ciudad que me dio la bienvenida con mi tía Luisa, donde cumplí uno de mis más grandes sueños desde los quince y de siempre pues amo viajar y trato de hacerlo cada vez que hay oportunidad.
Aprendí mejor el idioma, conocí millón de gente maravillosa, niños muy lindos, hermosos paisajes, la modernidad y la naturaleza perfectamente conjugadas, el vacío más grande… la soledad más concurrida (perdón Benedetti por el plagio), el extañamiento más dulce, el amor más grande y la dureza y crueldad de la vida real en toda su extensión… Creo que por eso fue hermoso… porque aprendí y crecí mucho, a ser independiente, a valérmelas por mí misma, a no contar siempre con los mimos de nadie y sentirme aún así capaz y libre.
Somos las filo filo sóficas... el cole!
Estudié en el colegio la Inmaculada, donde pasé 6 años geniales de colegio. Me gradué en Ciencias Filosófico-Sociales con 16 compañeras super locas, de las cuales tres eran mis grandes amigas. Todas ellas ya están casadas y son mamás ¿Cómo me pasó el tiempo? ¡Cómo cambian las vidas!
Hoy tengo un grupo de amigos y amigas entrañable... Pero la gente va y viene y así durante la vida he conocido y compartido con muuuuchas personas, a todas las llevo en el corazón por los aprendizajes.
Mis gustos musicales empezaron con una fogata a media noche, con una luna gigante como queso y una guitarra que tocaba: “…Que lo nuestro es agua del río mezclado con Tang…” me marcó para toda la vida, y desde allí mi filosofía… Allí empecé a ver que había algo más en la vida que los estudios y el hogar, y que mi destino era muy diferente del que me estaba trazando.
Las primeras ilusiones, amores platónicos y reales también generaron en mi vida grandes emociones, decepciones y paradojas… Mi misión de ayuda al prójimo también fue enriquecedora desde diversas perspectivas, desde las cuales a la que más recuerdo fue mi semana de misión con una comunidad indígena de Tungurahua… Allí recuperé nuevamente, la fe en la bondad de la gente…
Otros grandes amores, la lectura, la escritura (literatura), la música y el amor en sí por el arte, me abrieron otras puertas, sobre todo mentales hacia miles de mundos alternos, mundos sin razas, clases, donde vales por lo que eres, piensas o expresas… Así me ligué con otras personas… Creo que por eso fui siempre una chica más bien retraída, ensimismada, amante de las noches, estrellas y lunas… De bailar y soñar despierta, pero sola.
La dulce infancia
Y así voy avanzando hasta mi infancia, los mejores momentos. Siguiendo en escuelita de monjas, disfruté mucho de mi niñez, los amigas y los estudios; saltar soga, jugar al elástico e inventar historias donde éramos las actrices, eran actividades que copaban mis recreos. Con los estudios nunca tuve problemas, siempre fui muy dedicada. Tal vez lo más memorable de esta época sean la Srta. Teresa, la hermanita Alexandra que es mi único hilo de fe en la religión y mi profe (papi) Luis, de gimnasia olímpica, actividad en la que participé desde segundo grado a la cual dedicaba mis tardes con gran pasión, y un sueño frustrado, pues luego lo abandoné no sé ya ni en qué parte de mi vida.
Mis vacaciones fueron siempre esperadas en Salinas o Riobamba en la hacienda de mis abuelos, donde la tranquilidad paz del campo, hacían que mi prima Katy y yo nos perdiéramos por horas en el pueblo, muy metidas en nuestros juegos de vidas paralelas de adultas y donde también hice amigos con los que jugábamos con tranquilidad hasta la medianoche.
El jardín de infantes la pasé llena de plastilina en las manos, pinturas y correteadas en los recreos por parte de los niños que nos querían besar…
Papá murió cuando yo era muy pequeña, a penas 1 año de edad, pero nunca sentí su ausencia por la grandeza de mi madre y su amor doble y la presencia hasta hoy amorosa de mis tíos y abuelos que me permitieron y permiten conocerlo a través de sus palabras y relatos.
Mis grandes amigos de la infancia fueron siempre niños, creo que porque tuve siempre hermanos varones y no me quería sentir relegada. Andrés y Daniel eran mis amigos de juegos a las guerras de las galaxias, peleas, carritos, y preparación de brebajes con mi hermano Christian aunque también peleábamos con él la mayor parte del tiempo. Y una vez… esto es secreto… nunca lo había dicho a nadie… logré volar… aunque sé que nadie me creerá…
Mi ñaño menor llegó gracias a un deseo mío a una estrella fugaz (o sería por decisión de los padres?) cuando tenía 7 años y mamá se volvió a casar. Es mi primer hijo, tal vez el único, disfruté tanto de cambiar sus pañales, preparar sus teteros y hacer deberes a su lado.
Mamá me cuenta que de bebé fui muy dormilona, que hasta en la tina de baño me mantenía fiel a mis horas de horas de sueño, a pesar del agua que mejor me acurrucaba. Cuando papá ya estaba muy enfermo, pasaba siempre a su lado en la cama y me cuentan que lo llenaba de besos en toda la cara. Nací un 8 de julio en el año de 1983, a las 15:30 en medio del cumpleaños número 5 de Chris, por lo que, a parte de salir su regalo de cumpleaños (aunque quería un hermanito), también le arruiné el festejo, aunque ambos sufrimos las consecuencias de la puntería, una sola fiesta y un solo pastel al año desde entonces.
¿Y antes? Pasé más o menos 8 meses en el vientre cálido y eterno de mi madre, medio óvulo y medio esperma, tal vez del cielo (angelito) o del infierno (diablita), alma en pena, seguramente ratón pues me fascina el queso, un águila por libre o gato por mimada… No sé … Hoy solo sé que me dicen
Gio.